jueves, 23 de enero de 2014

ESTATUTOS SINDICALES Y LANGOSTINOS


Nota: La tercera entrada, empezando por abajo la Norma
Ley 1/2011 es incorrecta, es:
 "Si, se aplica LO 1/2002 supletoriamente".




jueves, 2 de enero de 2014

La falacia del asistente virtual en cinco pasos creado por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social


Cuando se anunció la reducción de los famosos 42 contratos laborales en sólo cuatro (indefinido; temporal; de formación y aprendizaje; y en prácticas) una compasión infinita me embargó inesperadamente al acordarme de los trabajos de Hércules. Reconozco que de entrada ni siquiera le otorgué el beneficio de la duda, entre otras cosas porque la simplificación de nuestro enmarañado sistema de contratación laboral pasa, en mi humilde o radical opinión —como uds. prefieran llamarla— por derogar las mil y una leyes y reales decretos que convierte la contratación en un tormentoso camino difícil de domeñar hasta para los expertos y empezar a legislar de cero.
En todo caso, más curiosidad me deparaba el famoso asistente virtual anunciado que guía al empleador en el proceso para contratar una persona en cinco pasos. ¡Cinco! Vamos que tendríamos contrato como el mago que saca una paloma de la chistera con un simple toque de varita.
Como todo tiene truco, he optado por hacer un poco de empirismo y aprender a manejar el asistente de los cinco famosos pasos, antes de opinar a tontas y a locas.
Los famosos cinco pasos que se encuentran en la Web: http//www.sepe.es/Contratos/ pasan por seguir, en apariencia, un camino recto dónde hay que concretar:
  1. El empleador (o sea el tipo de patrón que va a contratar. Conste que el sistema está diseñado para que sea el patrón –o la patrona o la expresión que ud. prefiera, el idioma es, afortunadamente, rico en palabras equivalentes—, aunque nada impide que una persona trabajadora elija el empresario que quiera que lo contrate y hacer una simulación como si fuera un juego virtual).
  2. El empleado (o la empleada; que en el asistente puede ser, de entrada, una persona legal o inmigrante ilegal, porque en principio no nos piden la identificación de esa persona).
  3. El tipo de jornada.
  4. La modalidad contractual (que será alguna de los pregonados cuatro tipos de contratos, que antes eran 42).
  5. Los resultados, último punto en el que se condesan, en pdf, los anteriores avatares juntos.
Como si fuera un videojuego, empiezo por el principio; conste que no puedes hacer trampas, que el sistema no te permite pasar del primer paso al cuarto, por un poner, tienes que ir picando con el ratón o en la pantalla digital, ordenadamente.
Abro el punto uno y me señalan los siguientes empleadores:
-         Microempresa.
-         Plantilla < 50 trabajadores.
-         Plantilla 50 trabajadores.
-         Trabajador autónomo.
-         Hogar familiar.
-         Centro de Empleo.
-         Empresa de Inserción.
-         Institución penitenciaria.
-         Centro de menores.
-         Organismo, universidad y entidades de investigación.
-         Administración y Organismos.
Lo que me espanta es lo de «microempresa», confieso que no tenía ni idea que tuviera envergadura propia, de toda la vida, conforme al art. 1 del Estatuto de los Trabajadores, he utilizado la expresión del empleador como persona física o jurídica. ¡En fin, concluyo que estoy un poquillo desfasada en conocimientos jurídicos, pero la cuestión es tirar adelante!
Por si acaso, no me vaya a meter en boca del lobo, pruebo a darle al cursor picando sobre «trabajador autónomo» que me parece más fiable para mis conocimientos.
Salto al paso número 2, el empleado o el perfil de la persona que deseo contratar. Este perfil es el más endemoniado, pues he comprobado que el perfil es indiferente para algunos empleadores, como para el tradicional «amo de casa» o servicio del hogar y se activa como las muñecas rusas, que van una dentro de otra, cuando se escoge otra modalidad, es el caso de trabajadores autónomos, que me da a elegir entre:
-         Joven (16-30 años).
-         Mayor de 45 años.
-         Resto de edades.
-         Indiferente.
Me quedo perpleja, me pregunto si activo la casilla de indiferente me va a dar el colectivo del que voy a obtener más beneficios económicos, es decir, de aquél cuya contratación le cueste menos a mi ficticio bolsillo empresarial.
Sin embargo, venzo a la tentación y opto por seleccionar mayores de 45 años, porque pienso que hay que ir sobre seguro y es uno de los colectivos, con las personas discapacitadas, que tienen bonificaciones o reducciones en la cotización a la Seguridad Social durante toda la vida del contrato.
Activada la casilla me veo ya en el paso número 3; pero no, descubro que he debido de dar medio paso, pues me sale otra lista que me ofrece elegir sobre la «Situación de desempleo:
-         Desempleado inscrito.
-         Preceptor de subsidios.
-         Otras situaciones.
-         Indiferente».
Me entra la risa floja en eso de preceptor de los subsidios, o sea que aquí podrían entrar los famosos subsidios a los encarcelados, por un poner.
Me pregunto cómo puede ser uno preceptor de subsidios si no está inscrito como desempleado, como puede cobrar sin tener la famosa «tarjeta del paro».
Vuelvo a hacerme preguntas: eso de los subsidios... ¿Se refiere a las famosas prestaciones no contributivas? ¿Y qué pasa con la prestación contributiva de desempleo? ¿Es un subsidio o no? No sería más adecuado poner «desempleado inscrito y preceptor de prestaciones o subsidios por desempleo».
En fin, como la cuestión es saltar al paso 3, pues pongo el puntito negro con el ratón sobre «preceptor de subsidios».
¡El colmo! ¡Todavía no estoy en el punto 3, acabo de dar un cuarto de paso, creo! Me sale otra lista, que me pregunta:
- Discapacidad. () Si   () No   () Indiferente.
-         Colectivos especiales:
o       Exclusión social.
o       Víctimas de violencia de género o doméstica y víctimas de terrorismo
o       Ninguno de los anteriores.
o       Indiferente.
Observe, discapacidad a secas, sin precisar que porcentaje o situación; pero en fin, como estoy deseosa si saltar el punto 3, pico rápido sobre «víctimas de violencia de género».
¡Eureka! Después de un paso en tres subpasos en el punto 2, entro directa en el 3 de la jornada a velocidad de vértigo
Es facilito, solo me da a elegir entre jornada parcial, completa y fijo discontinuo.
Marco la jornada completa y a la primera me entra el punto 4, donde me encuentro con los famosos contratos simplificados de 42 a 4:
Tengo que elegir entre contrato indefinido, formación, temporal y de prácticas; opto por este último, pico con el cursor y entro directa en el último punto, el de resultados. Ahora ha entrado lo difícil de verdad, me digo, cuando me encuentro con tres casillas distintas:
-         Contrato en prácticas.
-         De trabajadores en exclusión social, víctimas de violencia de género o doméstica o víctimas de terrorismo.
-         Trabajadores mayores de 52 años beneficiarios de subsidios por desempleo.
De repente me veo perdida. Resulta que me salen en casillas separadas tres de las opciones que he realizado anteriormente; se supone que tendría que darme el contrato más favorable que integre las tres posibilidades anteriores. O me he equivocado yo en algún paso o el asistente lo jubilamos a los dos días de trabajo, que ya es récord.
Como la cuestión es llegar al final, opto por marcar las «víctima de la violencia de género» y me salta un letrero que dice «Descargar pdf». 
Descargo. ¡Y casi me caigo de espaldas cuando veo el contrato de 9 páginas!.
Un contrato como un libro en el que no solo tengo que rellenar los previsibles datos personales del empleador y el empleado, al estilo de siempre, sino todo lo que he ido marcando antes.
En resumen, antes cualquier contrato, por lo común, tenía un par de páginas (un folio por el anverso y el reverso) y ahora tengo ¡9!
¡N U E V E!
Nueve deliciosas páginas para rellenar, que soy incapaz de rellenar aunque soy Doctora en Derecho de Trabajo. No puedo rellenar las múltiples casillas sin antes armarme con un mínimo de media docena de leyes, entre ellas la Ley 43/2006, LO 1/2004, Ley 27/2003...

¡Qué país, progresamos!

Suplico que nos dejen otra vez los 42 contratos, de un par de páginas, cada uno.

miércoles, 1 de enero de 2014

ÚLTIMA NOCHEVIEJA EN CASA DE SCHAEFFER


Fue buen tipo, Tico Schaeffer. Se recorrió los bajos fondos del Harlem buscando algo para decorar el árbol de navidad. Volvió a casa con un regalo colgado de su brazo: un tipo con gafas, bajito y de provincias, que decía ser escritor, aunque de buena fe solo era un charlatán que había cumplido su sueño de tener un apartamento en Nueva York. 


Yo lo esperaba al pie del abeto sobre una cestas llena de guirnaldas plateadas y de bolas decoradas con purpurina dorada. Tico y su adorno entraron con gran alboroto, a ratos fueron comedidos, a ratos se ahogaban entre risas y jadeos.
Los escuché todo la Nochevieja, mientras los niños tiraban petardos en la calle. Si le contara a Fred —con pelos y señales— lo que vi ese día, seguro que me diría: «No sé qué decir, suena poco limpio para ser Nochevieja». Así que mejor no lo cuento, cierro el pico, aunque ese asunto de pantalones no era de esperar de Schaeffer que no solo había sido buen chico sino también fiel a su mujer, Ottilie, toda su vida. Ottilie pasaba las fiestas en Nueva Orleáns, cuidando a su hermana enferma.

Como decía, Tico abrió la puerta con su llavín y entró seguido del rubito de las gafas de concha. De ese fulano de chaqueta a cuadros que tanto sale de parranda en las fotografías de la sección de cotilleos, a veces bailando con medio cuerpo escorado sobre la reseca pechuga de una modelo larga como el mástil de un velero. 

No falto a la buena voluntad de estos días de paz si le pongo nombre al tipo de los cuadros; al fin y al cabo, lo susurró Tico varias veces a lo largo de aquella noche. Caputo... ¡Ah, no! Capote, Truman Capote, se llamaba el señorito.

Podría haber sido el dolorido Doc Golighthy o el falso Fred, aspirante a escritor; pero no, soy un tipo de principios al que le encanta sorprender a los extraños con un «siempre me siento atraído por los lugares donde he vivido, por las casas y los barrios». No llevo cuenta de las despedidas de año que he pasado acá, al lado del costurero de Ottilie, en la casa que dejó en herencia Mr. Schaeffer. Los sobrinos andan en pleitos y la llave de la vivienda está depositada en el juzgado esperando a que se le asigne dueño.

Antes de Schaeffer, pasé algún uno de enero haciendo migas con los tipos de Fahrenheit 451 en la biblioteca. Por eso además de a Holly, Doc, el Fred bueno, el Fred falso, Sally Tomato y Rusty Trawler conozco a Montang, al profesor Faber, a Mildred y al comandante Beatty. Mucha gente de parranda celebrando el próspero año nuevo, diría cualquiera; pero qué quiere, todo se acaba algún día. Por eso ahora estoy desesperado esperando que se dirima el pleito y me toque pasar el próximo fin de año en compañía.

Dicen que con el ajuar de la casa de Tico y los adornos del árbol harán lotes y que los herederos se los jugaran a las pajitas. O sea, que puedo ir con el sobrino mayor de Mr. Schaeffer o con la prima segunda de Ottilie, que dicen que vive en un bloque de viviendas para drogadictos. Todo un panorama mi próxima Nochevieja y para el colmo el juez no parece tener prisas en redactar la sentencia.

Me paso los días esperando que entre el oficial del juzgado y todos los sobrinos detrás para hacer los lotes. Cómo hoy es uno de enero, ese día tampoco ha llegado. No doy más de mi desespero por no tener unos ojos que me recorran de arriba abajo, como los de un hombre cuando mira a una mujer semidesnuda, así que llamé a información y le pedí a la amable telefonista que me diera el número de teléfono de los bomberos. He preguntado por el capitán Beatty. Me he disculpado por hacerle la pascua en año nuevo y me he autodenunciado. Le he dicho que tengo motivos para esperarlo al pie del abeto de navidad, entre los regalos de Reyes. Para su alegría he rematado la información para que no le quedasen dudas: si, capitán Beatty, mande al atormentado Montang a que me prenda fuego, dígale que se asegure, por si acaso....Si, lo ha anotado usted bien, capitán, Desayuno en Tiffany’s es mi nombre...