sábado, 26 de agosto de 2017

Vídeo de la presentación de "Nueva carta sobre el comercio de libros"

Nueva carta sobre el comercio de libros 




Presentación en Casa del Libro de Alcalá de Henares.  (27 junio de 2014).

Presentación: Ana María Trillo.

Intervienen: Milagros Arranz, Sergio Arreita, Ana Belén Rodríguez Patiño, María Dolores de Medina (a partir del minuto 37, aproximadamente).

Defensa del libro y lucha contra la piratería, partiendo de párrafos de La Carta sobre el Comercio de Libros de Denis Diderot (1763). 


La piratería era algo que ya existía en el siglo XVIII.


www.youtube.com/watch?v=bfzGofe9RRo27

miércoles, 23 de agosto de 2017

Cementerios de Los Pedroches (Córdoba). Nota II: Apuntes sobre el Cementerio de Villanueva del Duque


© María Dolores Rubio de Medina, 2017

Estas notas proceden de mi «Cuaderno de Campo» y fueron tomadas durante una visita realizada al cementerio el 1 de julio de 2014, circunstancia que aclaro puesto que las observaciones «oculares» del cementerio podrán no coincidir plenamente con la situación actual del mismo, puesto que a finales de 2016 comenzó una obra  de ampliación de nichos, columbarios y acerados del Cementerio Municipal de Nuestra Sra. de Guía, de Villanueva del Duque (Córdoba). 

Entrada del Cementerio de Nuestra Sra. de Guía.

Mi visita obedecía a la información oral que me habían transmitido sobre las tumbas de la localidad, me las habían descrito como monumentales, en comparación con otros cementerios de Los Pedroches. Durante la misma, traté de comprobar la utilidad del uso del suelo del cementerio, puesto que en muchos de los pueblos de Los Pedroches ha perdido su prestigio o interés, hasta el punto que se entierra en nichos de pared. Es este mismo blog ya realicé otra entrada con apuntes tomados de las visitas realizadas a varios cementerios, centrándome en la búsqueda de «cruces de hierro rizadas».


Me interesa destacar que durante la visita al cementerio de Villanueva del Duque me sorprendió el entorno, no era triste ni apartado. Los dos caminos de acceso al mismo no son los típicos «caminos solitarios para los muertos», poco frecuentados, salvo los días de entierro. Existe cierto tránsito de personas y vehículos. La razón no dudo en situarla en la veneración a la Virgen de Guía, cuya ermita está situada junto al cementerio, como puede observarse en la fotografía área tomada de Google maps. No se tiene certeza sobre los años de la construcción de la ermita, que se sitúa entre los los siglos XII-XVIII. 


El camino al cementerio —y a la ermita— puede realizarse por un precioso paseo peatonal —de unos ochocientos metros— jalonado de árboles; o a través de una carretera paralela que lleva directamente al cementerio, la cual sirve, igualmente, de acceso a la ermita. 



La planta del cementerio es casi rectangular —uno de los lados del «rectángulo» es más largo que el otro, con lo que uno de los extremos del cementerio finaliza en vértice—. Desde la puerta de entrada, el trazado desciende en ligera pendiente. El espacio existente entre las cuatro tapias se encuentra delimitado por un camino central que llega hasta el sector «virgen» de la tapia del fondo y tres caminos o veredas paralelos a la zona de puerta de entrada. Desde el aire, se aprecia la distribución del cementerio dispuesto en siete sectores diferentes, los seis primeros cubiertos de gravilla y el sector acabado en vértice del fondo, de piso de tierra.

Delimitación de los espacios del cementerio,
sobre imagen área de Google Maps.

En una observación superficial, los rasgos que diferencian este cementerio con respecto a otros de la comarca son los siguientes: 

1. Tiene una estructura muy ordenada, tanto en la arquitectura como en la disposición de las tumbas y los espacios. Arquitectónicamente, como se ha indicado, se encuentra perfectamente cortado en seis recuadros marcados con pasillos de terrazo, cuyos confines son remarcados por hileras de cipreses; a los que se añade el séptimo espacio, junto a la tapia del fondo.

Tres de las cuatro paredes que forma el amplio «rectángulo» —la excepción es la pared del fondo, una tapia blanca situada frente de la puerta de entrada— están cubiertas de hileras de nichos. La pared del fondo es una tapia blanca. Posee, en consecuencia un rasgo que contracta con otros cementerios, como por ejemplo, el de Fuente la Lancha, puesto que es ampliable dentro de los muros del recinto, especialmente por el fondo.

2. Destaca por la monumentalidad de sus panteones, especialmente los del primer sector —el más cercano a la puerta de entrada—, especialmente en la zona o recuadro de la izquierda. Sobre el suelo cubierto de gravilla blanca se alzan los panteones familiares, de estructura simple pero construcción grande y sólida, algunos de ellos, aproximadamente de unos cuatro metros de ancho, puesto que caben ampliamente 3 ataúdes juntos. 
La parte noble y más significativa es la correspondiente al primer sector; los otros dos sectores —los 4 recuadros siguientes vistos desde el aire— albergan escasas tumbas con cruces de hierro, pues se opta por adquirir nichos de pared, más económicos.

Panteones familiares de granito.

En este primer sector, el la parte de la izquierda existen, al menos, unos 29 panteones o mausoleos, que son una rareza en otros pueblos. Se puede deducir que, como en Belalcázar, el enterramiento en el suelo del cementerio es símbolo de prestigio. Estas construcciones funerarias suelen tener la leyenda de «panteón familiar», escrito sobre la base de la cruz. Los apellidos de las familias aparecen separados por un guión, por ejemplo: «Esquinas-Medina», «Fernández-Sánchez», «Sánchez-Medina». Sobre la lápida o tapa del panteón se escribe el nombre de las personas enterradas, utilizando, por lo común, esta fórmula:

NOMBRE + APELLIDOS + FECHA FALLECIMIENTO + EDAD DEL FALLECIDO.

Por ejemplo: 
«Ana Sánchez Márquez
7-1-1999 de 92 años»

La sobriedad y severidad de los datos escritos sobre las lápidas se dulcifican cuando se trata de niños, como por ejemplo:

«Emilita Leal Benítez
25/10/1933
26/6/1942»

3. Sobresale por la riqueza de los materiales utilizados para construir los panteones y por su gran tamaño, lo que es posible por tratarse de un cementerio muy amplio, que no tiene problemas de espacio entre sus muros. 

En alguna ocasión he escuchado a alguna persona mayor aventurar que la riqueza y monumentalidad de los panteones de Villanueva tiene relación con el poder adquisitivo que disponían las familias que trabajaban en las minas de la localidad.

El material utilizado para la construcción de los panteones es, principalmente, el granito, muchas de los panteones son de granito  sin pulimentar, salvo la tapa o lápida del panteón, donde se graban o insertan las letras de los rótulos identificativos. En menor medida, también existen panteones de mármol.

Estos enterramientos se elevan unos 30 ó 50 centímetros. sobre el suelo y se encuentran rematados por una imponente cruz de granito o de mármol, de aristas cuadradas o redondeabas, raramente de metal. Lo común es la sobriedad de la cruces; aunque, a veces, tienen intrincadas esculturas que combinan elementos, como vegetales y ángeles.

Uno de los escasos panteones rematados con esculturas.


Los enterramientos situados en el suelo correspondiente al primer sector, o los primeros recuadros, están dispuestos con los pies mirando a la puerta de entrada; lo que, en principio, es algo sorprende puesto que la veneración religiosa hacia la Virgen de la Guía pudiera hacer pensar que podrían estar orientados mirando a la ermita. 


Para finalizar, se concluye con la observación de que, a día de hoy, las tumbas o enterramientos en el suelo rematados con cruces de hierro son muy escasas, siendo más abundantes en el segundo sector, especialmente en su parte derecha. Existen varias tumbas cercadas por una barandilla de hierro, muy semejante a las cunas infantiles del XIX o primera mitad del XX, datando alguno de estos enterramientos del año 1943. La mayoría de las cruces o tumbas se encuentran gastadas, olvidadas y oxidadas, hasta el punto que no se pueden leer las inscripciones que constan en las mismas. Una de estas cruces recuerda a la pureza de las líneas del art-deco, aunque es de fecha anterior a este estilo. Se trata de un enterramiento de 1915, que tiene unas características propias y diferentes de todo el resto de los enterramientos de este cementerio y que corresponde a una mujer que falleció cuando contaba 20 años de edad.

Tumba con cruz de metal de 1915.


jueves, 17 de agosto de 2017

El renacimiento cultural de Belalcázar... y de sus vecinos



© María Dolores Rubio de Medina, 2017

El pasado 13 de agosto de 2017, asistí a la representación popular de la obra teatral del autor Francisco Benítez —excelente homenaje en el año de su fallecimiento—, titulada: El Halcón y la Columna, al hilo de la cual realizo esta entrada.
La representación se engloba dentro de las iniciativas de participación popular que están tan arraigadas en los pueblos del norte de Córdoba. Estas actividades están potenciando la cultura y el turismo rural a través del esfuerzo colectivo de sus habitantes, que dedican su trabajo personal (horas de ensayos, de montaje, etc., en definitiva, de colaboración colectiva muy bien capitalizada desde la Corporación local que financia la mayor parte del presupuesto para sacar adelante la obra) y económico a un objetivo común, logrando con ello, la satisfacción de sus habitantes, al tiempo que ponen el nombre de su pueblo, durante unos días, en la diana de las noticias de verano, logrando atraer visitantes foráneos.
Entradas
Monasterio Santa Clara de la Columna, Patio de la Huerta.
La línea temporal de la obra El Halcón y la Columna, abarca a un período de unos cincuenta años (siglo XV); por su parte, la línea argumental principal se centra en relatar el auge, la consolidación y la caída de don Alonso de Sotomayor, Señor de Belalcázar. La consolidación del poder es abordada por este personaje como la conquista de un imperio: es decir, arrebatando las tierras de otros para engrandecer las propias, en este caso, las del Monasterio de Guadalupe. Esta expansión del patrimonio propio provoca el enfrentamiento de don Alonso con el poder religioso, por lo que es excomulgado, antes de perder la vida en manos de su propio halconero. Este Señor que representa al poder terrenal se simboliza a través del halcón al que se refiere el título de la obra; siendo su mujer, doña Elvira de Zuñiga, el dique contra el que chocan las ansias de poder del esposo, al que reprocha sus excesos, al tiempo que procura que los hijos de ambos se encaminen por senderos en los que no tengan que engrandecer su poder a costa de arrebatar el patrimonio de otros. La lucha emprendida por doña Elvira está representada en el simbolismo de la columna —un trozo de columna manchada por la sangre de Cristo—, piedra sobre la que se asentará la fundación del Convento de los Franciscanos, más tarde Convento de Santa Clara de la Columna; y tiene su desenlace cuando Gutierre, el primer Conde de Belalcázar, opta por abrazar la vida religiosa —la columna— y rechazar la vida terrenal —el halcón— cediendo el Condado a su hermano; quedando para la historia con el nombre de Fray Juan de la Puebla, fundador de la Santa Provincia de los Angeles.

Escenas de baile y cante, en la primera parte.

La obra teatral, excelentemente representada por unos 150 vecinos de la localidad de Belalcázar y magistralmente dirigida por Javier Ossorio, fue representada durante cuatro días (del 10 al 13 de agosto), con aforo completo, asistiendo más de 800 espectadores cada día. Entre tantas cosas, destaco la maravillosa puesta en escena y la sobriedad de sus decorados que aprovechan la disposición natural de las arcadas del patio interior del Monasterio de Santa Clara de la Columna, en la zona que da al amplio Huerto. El juego de luces y la atmósfera creadas por los escasos recursos disponibles (luces y humo proyectadas sobre el conventual edificio) se veía potenciado por un sonido excelente que permitía seguir sin dificultad los diálogos; así como por el buen hacer de una orquesta barroca, una de las innovaciones de este año. 

Orquesta barroca.
El colorido y acertado vestuario, junto con la cuidadosa recreación de la vida del siglo XV, muy lograda al desfilar por el escenario, soldados, gentes del pueblo, mancebas, grupos de baile, diversas monturas y un halcón, animal que sobrevuela sobre el público, hacían muy creíble toda la obra, a pesar de tratarse de actores no profesionales. Toda esa puesta en escena provocaba el interés de los espectadores, los cuales permanecían atentos a lo que ocurría en el escenario hasta el desenlace.

La despedida de todos los participantes en la obra,
incluyendo los que permanecen tras el escenario y las autoridades locales.

Conviene señalar que en El Halcón y la Columna no nos encontrábamos ante una historia como las demás, de esas que finalizan cuando cuando cae el telón. Los espectadores no asistimos sólo a la representación de una obra de teatro popular en la que no hay que plantearse grandes cuestiones, puesto que, aunque lo es, no era sólo entretenimiento. Ante nuestros ojos se representó nuestra historia, el origen del sistema administrativo —vinculado a la provincia de Extremadura hasta el 1830/1833— y el triunfo del sistema religioso —vinculado desde siempre al Obispado de Córdoba—; los dos polos sobre los que se asienta la estructura política, cultural y social actual de la Comarca, aunque ya estemos en el siglo XXI. La razón se encuentra en que los espectadores conocían el desenlace de esa historia, la que sucedió después de culminar la construcción de esa «torre alta para poder mirar el sol cara a cara», la cual dio origen al desparecido Condado de Belalcázar —como estructura política administrativa propia—. 
Al día de hoy, el «Bello Alcázar», esa torre magnífica rodeada de una cadena de piedra, es un mero decorado vacío, como de cartón, que llena el horizonte; mientras que el Convento, al que se ha visto, no hace mucho tiempo con los techos caídos, continúa siendo un lugar donde crecen las vocaciones y la historia viva, como se descubre en la Exposición dedicada a Fray Juan de la Puebla
Cartel oficial de la Exposición "EnAmorArte", dedicada a Fray Juan de la Puebla.
Interior del edificio superior del Convento.
A través de estas iniciativas, la gente se ve inmersa en la lenta recuperación de una parte del esplendor del pasado. Por eso, no solo asistimos a la representación de una obra teatro sino al desarrollo de nuestra historia, hasta el punto que con la caída del telón, te inunda un gran desasosiego, cuando reparas que en la batalla entre el poder terrenal (el halcón) y el celestial (la columna), las pequeñas edificaciones destinadas a albergar el desarrollo del espíritu, son las que han sobrevivido, una vez que lograron sobreponerse a la pérdida del pequeño poder terrenal que sostenía al Monasterio, ocasionado por la desamortización de las tierras y otras desgracias, como la devastación provocada por los franceses y la Guerra. 

El Castillo, símbolo del poder terrenal del Condado de Belalcázar.

Hoy, ni siquiera el título del Condado Belalcázar se conserva en manos de las grandes familias de la nobleza que tuvieron vínculos reales con la zona, a diferencia del Monasterio, que continúa siendo un referente vivo y que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Ha continuado con sus tradiciones (la autosubsistencia mediante los productos de la huerta y la venta de repostería) y ha impulsado novedades al abrir las cerradas puertas de un edificio de clausura para mostrar las maravillas artísticas que alberga y  permitir la realización de representaciones, con la finalidad de reinvertir el excedente en el mantenimiento del propio edificio.

Camino de acceso al Monasterio.

Exterior de la iglesia del Monasterio de Santa Clara.
El renacimiento cultural de Belalcázar es uno de los rasgos distintivos que se están produciendo en Los Pedroches, donde las corporaciones locales son conscientes del hecho diferencial, el cual permite generar cierta economía que se basa en resaltar lo propio, vinculándolo a la cultura como medio de atraer los visitantes. Por ello es esencial que las obras populares no coincidan en el mismo año y en el mismo mes, como ocurría con El Halcón y la Columna y La vaquera de la Finojosa; si bien, aunque por razones de presupuesto es poco menos imposible que puedan representarse cada año, si sería deseable que algunas escenas o partes de las mismas se representaran con más regularidad en ambientes más reducidos y para menos espectadores para generar un flujo de visitantes más continuo. No tiene sentido que pueblos agrícolas y ganaderos, como ha sido tradicionalmente la zona de Los Pedroches —salvo Pozoblanco—, compitan entre sí en actos culturales arrebatándose «los cinco minutos de gloria» a los que todos tenemos derecho, según Warhol, y compitan durante unos días compartiendo las noticias de los escasos diarios en papel que continúan editándose y en los noticiarios de las televisiones locales y nacionales. El esfuerzo colectivo, en el que Belalcázar ha sido un referente culminando de forma muy satisfactoria la tarea que se había impuesto, debería de seguir potenciándose de forma, igualmente, colectiva, para sobrepasar los límites municipales y abarcar a una zona más extensa, porque cómo ocurre en la obra teatral, poner la atención en un símbolo del poder religioso, el Monasterio de Santa Clara —al menos hasta que, por fin, culmine de alguna manera la reconstrucción del Castillo de los Sotomayor—, redunda en la prosperidad del poder terrenal y de sus vecinos. No nos olvidemos de esa necesidad, pues todos los habitantes del Condado de Belalcázar somos pueblos candidatos a incrementar la lista de los pueblos de la España vacía.

Por eso, para llenar la Comarca, allí estaremos cuando al año que viene —o dentro de cuatro años— se vuelva a levantar el telón, ocupando esas butacas.